Comarca de Gordón

[Yosco]

Doña Amada.

En su momento, traje a la memoria el personaje de doña Amada con las palabras que siguen. Sigue estando vigente su recuerdo, al que podríamos añadir numerosas anécdotas. En principio, de esta forma quiero acercarme a lo que significó su presencia en nuestras vidas y en la vida de la Pola.

Estas primeras nieves y los primeros fríos me han traido a la mente las primeras clases de doña Amada, la telefonista. Entre otros, esta vez sí lo recuerdo, tenía a mi lado a Vicente el de la sala, Titín, que cuando yo entré a sus clases, él hacía un año -¿o tal vez unos meses?- que ya asistía a las mismas en una habitación pequeña abigarrada de viejos pupitres y de guajes. Lo que más me sorprendió fue ver las operaciones inmensas de sumar que Titín tenía que hacer, que a mi se me antojaban torres de Babel y que no me explicaba cómo él, al igual que otros compañeros, conseguían dar fin.

Aquel invierno fue duro; la nieve nos llegaba a las rodillas y recorría el corto trecho de mi casa a la casa de doña Amada, en la plaza Cardenal Aguirre, metiéndoseme la nieve por dentro de los chanclos, así que llegaba con los pies empapados. El ambiente en la clase se caldeaba y la humedad lo impregnaba todo. Y allí empecé a lidiar con la pedagogía improvisada de la pequeña escuela, y apañándomelas para ir descubriendo los números, juntarlos y colocarlos en torres que no se caían mientras contábamos de arriba abajo y de derecha a izquierda sin olvidarnos de agregar las llevadas... También hay un porqué que explica que no estuviera donde debiera estar, en la escuela; pero eso, también, es otra historia. Lo que hoy toca es rememorar la dedicación de doña Amada para con todos nosotros en aquellas condiciones tan difíciles de los primeros años 50.
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Bitácora LUCERNARIOS:
Acerca de la luz por la poesía.
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Bitácora �nsuLa CerBantaria

[Yosco]

Frío siberiano.

Poco voy a agregar a lo dicho sobre las clases de doña Amada, la telefonista, y su escuela particular improvisada en una habitación de su casa en la que ahora es plaza del Cardenal Aguirre. Pero me ha venido a la memoria porque estos días, después de un invierno que estaba resultando bastante benigno y seco, nos ha llegado el ramalazo de una ola de frío siberiano que ha puesto la nieve en las montañas y muchas ciudades en las que no es habitual. Aquellos años 50 de la memoria infantil creo que se correspondieron con olas de frío semejantes a ésta. Volviendo de las clases de doña Amada, recuerdo ver los taxis de los Piñero aparcados enfrente del Bar Español y una cartelera grande protegida por un cristal con imágenes de las películas -en blanco y negro- que se proyectaban en el cine Llamas. La nieve le daba a todo un aire un poco tristón y extraño. Pero, sobre todo, recuerdo que me gustaba mirar los carteles que escogían para anunciar las películas. Como no iba al cine, me lo imaginaba con la media docena de imágenes seleccionadas. No recuerdo los finales, pero seguro que eran felices.
Salud.
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