Comarca de Gordón

[Yosco]

Odiseo.

A Florencio Gutiérrez Peña, estudioso y poeta; y, sobre todo, amigo.


Qué temor, viajero, detiene ante la puerta tus precavidos pasos
y lleno de inquietud desde el umbral tus ojos
escrutan del cavedio los rincones obscuros;

descalza las sandalias y a los pies da descanso
con el agua perfumada de las frescas jofainas
y descargando el alma de temerosos presagios
acepta de mi casa la hospitalidad servida.

Háblanos, sin temor, de la ancorada nave
arrumbada a las costas por la mar procelosa
y dínos de qué patria, nombre y destino, los dioses
entregaron airados a este lado del agua.

¿No fuísteis, por fortuna, en ofrendas generosos?
¿No alzásteis a los altares en aromadas hogueras
las alabanzas debidas en cánticos y oraciones?
¿No quiso la ventura a los divinos ojos
vuestra vida agradable contemplar complacientes?

No temas, extranjero, y con el polvo de la túnica
deja que sea el vino servido de estas cráteras
el que libre los recuerdos que al espíritu atormentan
y conturban los sentidos con insidiosas sombras
llenas de pesadumbre y amenazas etéreas.

Desnuda, pues, el cinto de la afilada espada
y del hombro descarga el carcaj con las flechas
que tu arco certero conducirá en la batalla
con mensajes de muerte hasta la mitad del pecho.

Acepta, viajero, con las manos que te ofrezco
la paz que a la sombra de estos muros te acoge
y desde el sitial del ágora dínos si por ventura
eres quien el aedo en célebres versos canta;
el que llegado a las costas de la consagrada �taca
de los príncipes que hollando sin dignidad tu casa
y entregados sin pudor a la ambición más soberbia
castigará sin piedad la obstinada insolencia.

Soy, en verdad, quien dices y a quien de tu casa ofreces
con generosa largueza la amistad en tus manos
y de tu espíritu alto hospitalidad tan pródiga;
de Poseidón airado las espantosas olas
empujaron mi nave extraviada a tus costas
y en las finas arenas de las horas de Cronos
se encuentra ahora varada sin movimiento posible.

Soy el que vio cegarse el sol cuando los héroes
vencidos entregaron su aliento ante los muros
de Troya atacada por los bravos argivios
y olvidados de los dioses murieron con sus armas
alejados de su siempre mirada protectora;
el que dices soy, ay, deudor de mi destino
y el que sin tregua navega los cursos del Egeo
pues impaciente espera la hora señalada
en que el castigo abrume en sombras la impudicia
de los que, vivo todavía, deshonrando están mi muerte
y sobre mi hogar se aprestan volando con codicia
a devorar mi hacienda como buitres hambrientos.

¿No merecen los griegos una patria más justa?
¿Acaso es sólo castigo dirigido a Odiseo?
¿No es suficiente, acaso, de la mar confundida
sortear los peligros del corpulento cíclope
o las suaves sirenas con engañosos cantos?

Oh rey que así nos hablas y con razones exhortas
desnudas de mentira y en todo extremo justas;
toma de nuestras ánforas el más dulce de los vinos
que las doncellas te ofrecen con la frente humillada
reservado a los héroes y el altar de los dioses
y prosigue luego tu camino oceánico
que te conduzca a �taca con nuestras bendiciones
que, cuando el sol un día amaneciendo rojo
se lave en azul cielo sus ardorosos rayos,
sabremos ya que el camino que conduce tus pasos
habrá por fin concluído y con justos motivos
alzarán sus copas los griegos celebrando
entre cantos alegres y la ofrenda de toros
la justicia restablecida y las honestas costumbres.

Julio González Alonso.

[Villarín]

Caro y admirado poeta:

Gracias mil por esa dedicatoria de amable cordialidad y amistad.

He leído con deleite tu culto poema en el que, con aromas cavafianos das forma poética a ecos de temas míticos, en el caso, del gran héroe Odiseo, también conocido por Ulises, extrayendo de sus viajes y peripecias, de sus aventuras y peligros, que afrontó y superó, ricos simbolismos, que muestras al atento lector, para distracción espiritual.

Tu significante poema, además de su relevante intrínseco valor poético, de paso nos enriquece evocando la mitología de los griegos, ese universo de dioses, héroes, relatos épicos y místicos, que subsiste viva porque está próxima a lo humano, porque pone en escena héroes cuyos sufrimientos físicos y morales, cuyas aporías y angustias ante la muerte, el amor o el destino, nos conciernen y siguen conmoviéndonos. En esa exuberante mitología, en cierta forma, está la despensa de temas que luego desarrollaron la literatura, la moral, las sociedades humanas… y, en esta ocasión, tú.

Y, en cuanto a los dioses, ay, me encantan esos grandes dioses de la antigüedad helénica –y más tarde romana- que aparecen con vida, cualidades y defectos similares a los nuestros, a la vez que, sin embargo, con su poderosa fuerza vital, con su antropomorfismo inmortal -por su raza divina-, nos dejan vislumbrar, desde lo visible humanal, lo invisible sagrado, lo eterno infinito, lo utópico…

Todos los fascinantes cantos que constituyen la Odisea, de Homero, forman una de las más bellas y poemáticas novelas de aventuras de todos los tiempos, que, a ser posible, bien merece la pena leer o releer este verano de 2008; aprovechemos también, la ocasión, para volver sobre el magnífico poema titulado, �taca, de Cavafis.

Enhorabuena y sincera felicitación, amigo Yosco; y hasta septiembre, con un abrazo a todos los foreros, adiós.

Villarín

[Seishin]

Aunque algo a destiempo (pasa por no mirar detenidamente los mensajes de los subforos), mi enhorabuena al amigo Villarín por la publicación de estas obras, y el deseo de que vayan acompañadas del éxito en ventas.

Nos vemos.
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