Comarca de Gordón

[Yosco]

ESPAÑA, QUÉ DIF�CIL DECIR TU NOMBRE

Qué difícil decir tu nombre,
escribir tu geografía de cumbres
y mesetas cuando tantos
aborrecen tu nombre,
cuando reniegan tantos la altura de tus cumbres,
la extensa horizontalidad de tus mesetas
y en tu propia lengua insultan tu memoria
y la historia que corre antigua por los ríos
de tus venas.
¡Cuánto odio
ciego
emponzoña sus lenguas cainitas!

Y tú, sufres este desgarro
de miembros mutilados y vergüenzas
desde la altura de tu amor de madre
envuelta tu desnudez en tu bandera.

Qué difícil nombrarte sin herirte
lejos también de aquellos que te aclaman
y convierten en rea de su furia,
la imagen delirante de sus peores sueños
hechos amarga pesadilla.

Y luego estamos los demás, mudos, callados,
asombradamente tristes y en silencio;
nos unen las miradas cómplices, taciturnas
y tu nombre mancillado
y el duelo
y la esperanza.

La larga cintura de agua de tus costas,
los cielos azules, los horizontes verdes,
las ciudades milenarias
nos contemplan.

España, rosa de invierno
al viento
y la madrugada,
yo te guardo
en el corazón; en mi corazón
tu nombre, en mis brazos abiertos
te acojo
y te custodio,
pongo entre los ojos la fiebre de los sueños
y alzo hasta los labios las palabras.
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Bitácora LUCERNARIOS:
Acerca de la luz por la poesía.
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Bitácora �nsuLa CerBantaria

[Villarín]

Pongo unas escuetas líneas para decir que no hay territorio de la poesía en que no dejes tu impronta, tu marca y signo de excelente poeta, tú, mi amigo, Julio. Para numerosos ciudadanos, la palabra España está silenciosamente escondida, junto con la bandera constitucional; para bastantes es un vocablo de vituperio, de odio sin tregua; otros muchos usan la voz España con fulgor metafísico y púas de acerada espada; en tus versos, en cambio, la palabra España es sustantiva: atisbo que es carne, hueso y alma, que discurre, anda, camina por los miles de senderos que la trazan, por la longitud del tiempo histórico y las rutas transversales de su geografía física y humana. España, sin más, a secas, con luz visible, sentida y verdadera, así la veo en el esplendor de tu poema. Me resulta fácil sentir lo mismo que expresa el meollar de tus versos, canto que escuché con los oídos del corazón.

Me deja un sabor amargo, la mucha irresponsabilidad ambiente en relación con el país, y me apena el torvo desamor de los españoles, que no quieren serlo y que, con su exagerado espíritu de particularidad, nuestros éxitos colectivos les causan desconsuelo, en su psicología enfermiza. Empero, creo que, la mayoría de los ciudadanos, responsables y de buena fe, no se desentienden de las cosas de España, y se reconocen humanamente en su conciencia histórica, espiritual y nacional (a veces, ciertamente, amarga y dolorida, cumbre y cielo sin nubes muchas otras, con ratos de excelsa dimensión universal, de laureles), teniendo claro, indubitado y firmísimo, su sentimiento común de pertenencia, sin que nada les desoriente, según vaya el péndulo de la política.

Que cada uno piense lo que le venga en gana, no significa que cada uno pueda hacer lo que le da la gana. Rechazo la cantinela machacona y molesta, de aquellos que quieren, de modo intolerable, romper la continuidad de España, y empiezan por renegar su nombre, transmutándolo, sin limpieza conceptual, en “el Estado�. Está bien no perder la individualidad histórica y geográfica de las distintas partes singulares que integran España, pero debemos elevarnos sobre estas porciones de país, para no perder de vista los elementos comunes de la historia de nuestra nación. Mi acción y pensamiento está marcado por esa inclinación, a saber, que España no debe pasar, sino permanecer, en su trabazón y contextura, en su alma colectiva, de inmensa ganancia. Una España habladora, de brazos abiertos, de espíritu abrazador, de amoroso nido, sin inquietudes amargas, sin desaliento umbrío.

Villarín