Comarca de Gordón

[Yosco]

El último noviembre.


Puede ser noviembre, quizás pozo de sal
estéril
y muerta ya el agua de la vida.

Los días componen la suerte de un calendario
sin soles;
los relojes no anuncian ya las horas –aquellas
que nos dejaron caricias estremecidas-,
que repiten un mismo segundo interminable y se les muere el tiempo
en las agujas desorientadas
sobre las curvas superficies
de las esferas.

Noviembre. Es de noche;
noche de la noche
y no sé de qué huyo esta vez entre las sombras;
no sé qué me amenaza
ni por qué no duermo y miro la pantalla
de un televisor vacío
de sonido y de imágenes.

Todo está bien, me repito; noviembre, otoño
y éste el primer poema que te escribo en tantos años.

Te digo que amanece al pie de un árbol arrancado al bosque. Te digo
que amanece en algún lugar de la Tierra, que es segura –murmuro-
el alba de alborozados silencios
en tu alma
y seguro
que ya no me esperas en ninguna parte.

Quizás por esto escribo la soledad que me abraza,
el tiempo quieto,
las aguas estancadas,
las sombras de la noche al encuentro del olvido
en la humedad del otoño

y un trágico destino en los ojos abiertos,
abiertos para siempre

y tan llenos de estrellas.