Comarca de Gordón

[Yosco]

MEMORIA Y TESTIMONIO DEL VIII ENCUENTRO.-2012
Jóvenes Gordoneses de los 60

Uno más, y van ocho, participamos del Encuentro de Los Jóvenes Gordoneses de los Sesenta en La Pola de Gordón con gran ilusión, alegría y naturalidad, en un día radiante y plácido que vino precedido de problemas organizativos, circunstancias de fechas complicadas con diferentes eventos y celebraciones y, sobre todo, con la triste noticia del momento personal por el que está pasando nuestro amigo joven gordonés, Jose Luis del Castillo, tras el fallecimiento de su padre en la misma madrugada de la convocatoria. Castillo, uno de los más animosos organizadores de estos eventos, sabe que cuenta con nuestro apoyo y ánimo, el de todos cuantos nos reunimos en La Pola el pasado sábado, 25, y que nos tiene a su disposición para lo que necesite, estando seguros de que podemos contar con él para, superado este mal momento, continuar buscando alternativas y novedades para próximas convocatorias.

Todo esto sirva de preámbulo a las palabras que de aquí en adelante conformarán el testimonio y la memoria del VIII Encuentro y, espero, prólogo de lo que ha de ser el IX Encuentro de 2013. Con un abrazo.
Salud.
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Acerca de la luz por la poesía.
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Bitácora �nsuLa CerBantaria

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Apertura del VIII Encuentro, 2012



Espolín, la mascota de los encuentros, fue puntual en la mañana del 25 de agosto de este 2012. En esta convocatoria éramos menos debido a diferentes problemas habidos con fechas, compromisos familiares y otros eventos y, para rematarla, a nuestro amigo Castillo le sobreviene la fatalidad de la muerte de su padre. Aún así, entre la veintena congregada en la plaza frente a la biblioteca municipal Antonio Gamoneda, y los veintiseis reunidos en la comida del mediodía, creo que fue un número aceptable de jóvenes gordoneses el que respondió a esta cita veraniega; algunos, incluso, acudían por primera vez, lo que fue un motivo de alegría dentro de la consternación y el desconcierto que nos hizo vivir la triste noticia anteriormente comentada.

Paco Mallada, por si acaso, llegó con todo el equipo musical. Pero, de manera natural, se decidió dedicar este día a nuestro amigo Castillo y suprimir la parte musical programada en torno a las canciones del 66, año de nuestra primera guitarra, la de Paco y la mía, y de una producción discográfica muy interesante. Quedaron aparcados los cancioneros y las canciones para el próximo año y se dio paso a la apertura del VIII Encuentro en las palabras de Soledad González, a las que seguirían unas palabras del Concejal del Cultura Juanjo García Zaldivar, en todo y como siempre muy atento y amable, que resumió sus palabras en una petición de apoyo y ánimo para la corporacion municipal y para las gentes de la comarca, tan amenazados como atenazados por la crisis general y la de la minería, en particular. Con pesadumbre, nos confesó no sentirse tan animoso y optimista como en años anteriores siendo incapaz de transmitirnos un mensaje esperanzador. Creo que Juanjo sabe y conoce nuestra disposición y reconocimiento del esfuerzo y el sacrificio que las gentes de nuestros pueblos están haciendo e, igualmente, la dedicación a los problemas por parte de las autoridades municipales, haciendo -pienso- todo cuanto pueden hacer en orden a superar todos los graves problemas del concejo. �nimo y mucha suerte.

Soledad González, en su repaso por la memoria de la infancia, adolescencia y juventud compartida en la Pola, nos dejó un manojo de anécdotas que nos hicieron sonreir y evocar otras en las siguientes palabras:

OCTAVO ENCUENTRO JÓVENES GORDONESES
25 DE AGOSTO DE 2012

Buenos días a todas y todos. Aquí estamos un año más. Para mí, es un enorme placer volver a vernos y reencontrarnos como cada año. A los que no han podido asistir por algún motivo, les recordamos con cariño. Me consta, que ellos se están acordando de nosotros con cierta nostalgia en este día.

En primer lugar, quiero hacer un reconocimiento a los mineros, hombres y mujeres que merecen nuestro apoyo y solidaridad, ya que sin su trabajo nuestra cuenca minera, tan emblemática, se ve abocada a la desolación y la miseria. ¡�nimo y suerte!

Y ahora paso a exponeros los recuerdos de algunas de las vivencias de mi infancia y juventud, compartidas con las niñas, niños y jóvenes de entre las décadas de los cincuenta a setenta. Y digo niñas, niños y jóvenes porque como tal tuve la dicha de disfrutar esos años. Al ser la hermana intermedia de dos chicos, Julio y Toño, el que hubiese juventud y alegría en casa de mis padres era lo habitual, por eso tuve la suerte de iros conociendo a todos y crear esos lazos de amistad que hoy hacen que compartamos este día tan entrañable.

Tuve una infancia feliz, donde los días de verano eran eternos, jugábamos a las tabas, la teja, la comba, a las mariquitas de papel -que tratábamos con enorme cuidado para que los soportes de sus vestidos no se nos rompiesen-, al escondite, a la pica y un sinfín de juegos más al aire libre.

Llegando el verano, para alguno de nosotros era una suerte ir a la Era en época de trilla. Recuerdo un año, con el sombrero de paja recién estrenado (me lo habían comprado en la tienda de Matilde Costilla) iba pasando yo por el puente de la estación, camino de la Era a disfrutar de la trilla, cuando un golpe de viento me lo llevó volando y por el Río Bernesga abajo se fue. Tuvo mi madre que comprarme otro, pero a ese ya se encargó de ponerle una cinta de atar para que no volviese a pasar lo mismo. Ya en la Era, nos poníamos en la cola para que nos dejasen subir al trillo y contábamos las vueltas que nos tenían que dar, no fuese a ser que el conductor no llevase bien la cuenta y nos diese algún viaje de menos.

De esos años tengo un recuerdo muy impactante. Estaba trillando la familia de Herminio -conocido como el Enano-, y yo tendría sobre tres o cuatro años y estaba jugando al lado del muro que había donde luego se construiría el Royal Sigors, cuando una vaca, parece ser picada por las moscas, se espantó y salió corriendo directa a embestirme. La suerte, el destino o la providencia, quisieron que yo me quedase quieta puesta de pié contra el muro y al llegar la vaca quedase aprisionada entre sus cuernos y el muro. Yo recuerdo que me asusté, pero lo que debieron sentir los allí presentes, entre ellos mi madre, debió de ser de infarto… El dueño de la vaca, un hermano de Herminio descargó toda su ira contra el animal, pero por suerte todo quedó en un gran susto. Años después, cuando di a luz a mi primer hijo, Juanita, la hermana de Herminio que trabajaba de comadrona, me recordó el episodio y me dijo que les había marcado tanto que dejaron la tarea de la trilla.

Luego llegaron los años de la Hoja Parroquial, que con un método muy rústico nos dedicábamos a imprimir en “la casa del cura�, la de Don Indalecio, para luego repartirla entre los feligreses. Era un hombre que ponía gran énfasis en todo cuanto hacía y sabía entretenernos muy bien con los ensayos de canciones en su misma casa y con largos ratos de charlas. Fueron años en los que no faltaba actividad: obras de teatro en el “Preventorio�, encuentros en la “Casa biblioteca� que teníamos en frente del matadero y que habíamos montando aportando cada uno de nosotros libros, sillas y mucha ilusión para pasar allí buenos ratos.

De los años del instituto tendría muchas anécdotas que contar, pero voy a hacer un recuerdo de las obras de teatro que hacíamos en el preventorio, generalmente, sainetes cómicos. Porque una vez ya pensando que éramos casi profesionales y queriendo representar algo mas importante nos pusimos a ensayar Los intereses creados de Jacinto Benavente y después de haber memorizado varias hojas, dirigidos por la señorita Ana, tuvimos que desistir ya que nos llevaba demasiado tiempo y estaba claro que no era nuestra vocación, así que a seguir con los sainetes. Estas actuaciones las completábamos con poesías y canciones de la época, yo las de Adamo, que era mi ídolo en esos años. Como previo a todo esto se hacía una recolecta de objetos por las tiendas de La Pola, que a decir verdad eran generosas en ayudarnos, porque la finalidad era recaudar dinero para la excursión de fin de curso, y así terminábamos con una rifa entre los asistentes, que eran numerosos, ya que iba toda la familia de cada uno de nosotros a aplaudirnos y hacer que nos sintiésemos importantes.

Hacíamos excursiones o caminatas y una de ellas fue al Cueto, la primera y única vez que hice la subida completa, llegué hasta la cima, pero si subir resultó penoso con un sol de justicia sobre nuestras cabezas, la bajada fue peor, prácticamente todo el descenso apoyando pies y manos y más de una culada en el pedregal. El paseo de ida trascurrió muy ameno, sobre todo satisfactorio para los que llevaban el garrafón de vino, que llegados a la base del Cueto ya habían dado buena cuenta de él. Según dijeron, pesaba mucho, y la mejor manera de aligerar la carga era saciar la sed con el preciado líquido… Y ante tal razonamiento todos lo entendimos y quedaron excusados.

¿Y qué me decís de los veranos en la piscina? ¡Qué días de verano! Allí nos reuníamos los jóvenes, siempre dispuestos para charlas, bromas, chapuzones y tostaduras al sol con las que pasar las tardes. Cuando alguien como Paco Mallada, Maximino o mi hermano Julio llevaban la guitarra se creaba ese momento idóneo para que nos animásemos a cantar. Esa guitarra sigue siendo inseparable para ellos, por lo que… seguís siendo ese joven Gordonés de los 60´, esa juventud que llevamos todos dentro y que hace que gracias a personas como vosotros podamos rememorar momentos de alegría y amistad. Algunas tardes que no hacía para ir a la piscina o eran ya frescas, y siguiendo en compañía de la guitarra, Toño, el cura, nos invitaba a ir a casa de sus padres y allí, junto con él, nos reuníamos la juventud y entre charlas, música y el licor de orujo con el que su madre Encarna nos obsequiaba, pasábamos unas tardes de lo más ameno.

No puedo dejar de recordar el año que Maximino salió “Quinto�. La celebración fue un domingo, después de misa de doce, hicimos un recorrido por los bares y tascas de La Pola, que eran sobre doce. Resistimos como pudimos, lo cierto es que yo al llegar a casa me fui a dormir y pasé de la comida de mediodía, porque el cuerpo era lo que me pedía en ese momento después de tantos vinos blancos que era lo que yo tomaba. Poco me duró el descanso, apenas había pasado una hora fueron a buscarme Eloy José, Maximino y �ngeles Toribio, había que continuar con la fiesta y se les ocurrió que fuésemos a tomar un café a Cabornera. Por supuesto no lo dudé y en el coche de Maximino, creo recordar un Seat 850, nos pusimos en marcha. La mala suerte, la casualidad o los efectos que aún teníamos de los vinos, hicieron que al entrar en Beberino se nos pusiesen a cruzar un montón de gallinas. Como esto ocurrió al dar la primera curva, no hubo forma de evitar pasar entre ellas, no sé cuantas matamos o mutilamos, pero por la nube de plumas que dejamos al pasar creo que alguna merma hicimos en el gallinero. Una vez tomado el café y por miedo a que los dueños de las gallinas nos estuviesen esperando, decidimos pasar media tarde allí de tertulia con los clientes del bar. Bueno, lo cierto es que al regreso nadie nos echó el alto, y ya empezamos a pensar, para tranquilizar nuestra conciencia pienso yo, que no habríamos matado ninguna gallina, que la nube de plumas sería porque con el susto las gallinas se desprenden de las plumas, o sea, que las debimos de dejar a punto para la cazuela.

Luego, llegaron las tardes de los domingos en la Sala de Visita que nos animaba el ambiente trayendo grupos musicales, y así fue como siguiendo con la música pero en este caso no de guitarra sino de batería, conocí a mi esposo Guillermo, que tocaba dicho instrumento en el grupo de Los Juncos que luego pasó a llamarse Los Peniques, ¿los recordáis?

En fin, tengo recuerdos de cariño para todos con los que he compartido la infancia y juventud, pero no voy a extenderme más. Sólo deciros: JÓVENES GORDONESES, PASEMOS A DISFRUTAR DE ESTE OCTAVO ENCUENTRO. UN ABRAZO PARA TODOS Y QUE SEP�IS QUE SIEMPRE OS TENDRÉ EN MI RECUERDO CON INMENSO CARIÑO. OS ESPERO EN EL NOVENO ENCUENTRO.

SOLEDAD


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[Yosco]

Entre platos

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La mañana transcurrió plácida y animada de conversaciones reposadas en la plaza Cardenal Aguirre y paseos por lo largo y ancho del pueblo, siempre con la oprtunidad de evocar recuerdos y traer anécdotas vividas en cada rincón. Muchos nombres y personas suelen desfilar por los comentarios de las conversaciones. Me llama la atención el respeto y el cariño con que son tratados siempre. A veces imagino que alguna cosa censurable pudo tener alguna de las personas mencionadas o nosotros mismos en la época y los años que comentamos, pero no la encuentro y, si hay algo, siempre es de tono menor y viene a formar parte de la idiosincrasia del personaje, con buen humor. Obligado, se entiende, es el interés por informarse de cuanto ocurrió a cada cual a lo largo del año transcurrido y recibir noticias generalmente buenas junto alguna que otra menos buena. Así es la vida.

Luego, pausadamente, y tras haber recorrido buen número o todas las tascas y bares del pueblo, vamos llegando a las instalaciones del camping, tomamos asiento en su amplio y bien distribuido comedor y la cháchara prosigue mientras las camareras empiezan a servirnos. Si hubo años buenos en el servicio y calidad de los platos presentados, éste se lleva la palma. Recordé la forzada ausencia de J.L. del Castillo mientras miraba y degustaba la extraordinaria morcilla gordonesa, en su punto, armoniosa y rica de matices en todos sus sabores. Luego unos pimientos rellenos bien emplatados y con aromas y gustos frutales dándoles un toque peculiar; más adelante, al lado de una bien plantada ensalada clásica, el pollo de corral en una salsa estupendamente conseguida. Y los postres, con esa tartita rellena que arrebataba los sentidos. Buen vino, discreto, elegante, ajustado. Y la compañía de los jóvenes gordoneses de los sesenta, lo mejor. Hasta hubo ocasión de celebrar el cumpleaños de una de las camareras con su cuelga y todo, antes de entrar en la ronda de canciones en la que, a la habitual participación entusiasta de Fali y Gásquez, se unió la voz en varias canciones de Paco Mallada con el que cantamos el soneto de La morcilla gordonesa al que puso música de jota leonesa.

Todo un gran día. A pesar de cuantos tropiezos tuvimos que sufrir en esta convocatoria. Día entrañable que abre las puertas al IX Encuentro de 2013. Ya estais convocados.
Salud.


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