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La Estacion de La Pola

 
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Yosco



Registrado: 14 Abr 2007
Mensajes: 2233
Ubicación: Leioa (Vizcaya)

MensajePublicado: Mar Feb 12, 2008 10:18 pm    Título del mensaje: La Estacion de La Pola Responder citando

La Estación de La Pola.


Tengo la edad justa para guardar en la memoria el paso de muchos y distintos trenes por La Pola. Este último que nos viene velocísimo, abriendo el vientre de Gordón, rebuscando pasos por entre nuestras entrañas de roca y agua, es el último que veo llegar. Llegar y desaparecer bajo nuestros pies después de volar el valle del Bernesga desde La Robla hasta la entrada en La Pola, dándose de morros con la Gretosa y haciendo desaparecer, con la suave orografía del lugar, las cigüeñas y los chopos que anidaban en sus aledaños y en la Vega. Digo que es el último, el que todavía no ha llegado, pero que viene de la mano de tanto desasosiego paisajístico y anunciado por las obras que preparan su paso.

Pero hubo otros trenes que sí paraban en La Pola y escalaban camino de Busdongo vadeando el Bernesga. El primero que vi pasar venía envuelto en humo y nubes de vapor. Además era invierno y la locomotora gemía haciendo arder los carbones de su caldera; era algo así como un gigante ennegrecido de hollín o un atleta bien entrenado, pero viejo y cansado. Luego, tuve ocasión de subir a aquel tren de madera que crujía en cada arrancada o cuando los palafreneros hacían girar las enormes manivelas para detener el tren. El sonido del tren es el de aquel tren. Se bajaban las ventanillas a mano y se llevaba la tartera con la tortilla de patata, el chorizo, el queso y el pan para llegar a León. Y se compartía, que en los bancos corridos de los vagones, la compañía era agradecida en conversación y viandas. Siempre había algún paisano raro, que fumaba silencioso, el equipaje entre las piernas, y no aceptaba el ¿gusta usted? de la señora que daba de comer al guaje o la guajina el cacho de pan de hogaza con queso.

Eran trenes que, además, se paraban a esperar. En la estación de La Pola, poco antes de alcanzarla, muchos se detenían al lado de la pilastra para recargar de agua su panza, y luego seguían hasta la altura del andén; la locomotora estiraba sus músculos, hacía sus respiraciones, bufaba y se calmaba mientras de los vagones de la parte trasera se descargaba alguna mercancía o se cargaban los sacos de harina que molía la antigua fábrica. Los viajeros podían bajar y aprovechaban para ir al retrete, sobre todo los más pequeños, y para echar un vinín en la cantina de la estación, una pequeña tasca de ambiente familiar, que era verdadero guardián de la estación y el mejor punto de información para los viajeros. Siempre abierta, siempre vigilante.

También hubo veces que no pararon a tiempo cuando en el paso a nivel se había metido alguna vaca que el amo que la guardaba no había podido detener. Porque, aunque apacibles y parsimoniosas, mientras unas se quedaban atrás ramoneando hojas de las zarzas y acabando las hierbas de la orilla del camino, las otras seguían su paso a golpe de cencerro hasta la encrucijada de las vías del tren. O, simplemente, se escapaban. Mantenerlas reunidas para pasar a la vez era tarea ardua. La señora Mena, Argüello o Leonardo, guardas del paso a nivel que cruzaba el camino de los Barrios, acostumbraban a dar aviso voceando la proximidad del tren o retenían a los animales a un lado del paso hasta que conseguía darlos alcance el desesperado y cabreado cuidador, ijada en mano. Lo mismo ocurría con las ovejas del rebaño e incluso llegó a suceder con la necesidad de hacer parar el tren porque alguno de los pocos coches que circulaban en La Pola y por las carreteras y caminos del concejo, se quedaba atravesado entre los raíles incapaz de poner de nuevo en marcha el agotado motor, abrumado de años y baches.

Más tarde, llegaron otros trenes. El furor de la electricidad tendió catenarias y postes y ya las maquinas, menos ruidosas, empujaban vagones más modernos, de asientos forrados de eskai y con calefacción. Paraban menos tiempo, pero todavía había lugar para estirar las piernas hasta la cantina mientras -en aquella época- cargaban los quesos de la fábrica Rofer. La fábrica de harinas habia dejado de funcionar y ya no llegaban los grandes carromatos cargados de sacos tirados por percherones.

Ãbamos a ver pasar los trenes. O a echar cartas al tren correo o esperar a que el cartero nos diese la buena noticia a pie de andén de que teníamos carta. Porque eran los tiempos en que los trenes llevaban y traían cartas y eran tiempos de escribir cartas. Los trenes marcaban, además, las horas y el horario de la vida en el pueblo. Sabías lo que se podía esperar de aquellos que subían desde León o de los que bajaban del puerto. Los trenes de la noche eran más misteriosos y pasaban somnolientos por entre las horas intempestivas de las madrugadas.

Por eso, la estación del tren tenía vida propia; la sala de espera, fría y poco iluminada con sus ventanillas expendedoras de billetes de cartón que luego usábamos para jugar a la garza, unía el pueblo a aquel camino de hierro. Pasar de un lado a otro era como atravesar una frontera, la que da paso de la vida cotidiana a la promesa de viajes a otros tipos de vida. Atravesábamos esa frontera, poníamos los pies en los metros de andén de la estación con reloj de agujas al que mi primo de León ponía en hora y daba cuerda cada semana, el mismo que nos marcaba la hora de otro mundo del que, a veces, llegaban buenas noticias y buenas personas a visitarnos por el verano, con el colorido y la alegría de lugares próximos y hermanos en las tierras asturianas. A veces, también, era el tren el que nos dejaba en la estación una despedida. Pero las estaciones y los trenes son así. O, mejor, fueron así para nosotros. El que viene, ya no.

González Alonso
_________________
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CARMEN



Registrado: 27 Ago 2007
Mensajes: 35

MensajePublicado: Mie Feb 13, 2008 2:54 am    Título del mensaje: Responder citando

Yosco...hay veces que las palabras se ahogan en la garganta,y ésta es para mi,una de esas veces.

Nací con el tren y el dia de la fiesta de Los Barrios.
Mi madre me cuenta que en esos trenes de humo y carbón,los ferroviarios me escondían..recuerdo hasta el nombre de alguno de ellos..

Esa vieja cantina fue mi hogar,allí llegó mi madre muy joven,seguro que en tren....

la niña de la foto era yo y a ese árbol me ataban para que no me fuera a sentar a las vias.

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Yosco



Registrado: 14 Abr 2007
Mensajes: 2233
Ubicación: Leioa (Vizcaya)

MensajePublicado: Sab Feb 16, 2008 4:25 pm    Título del mensaje: Responder citando

CARMEN escribió:
Yosco...hay veces que las palabras se ahogan en la garganta,y ésta es para mi,una de esas veces.

Nací con el tren y el dia de la fiesta de Los Barrios.
Mi madre me cuenta que en esos trenes de humo y carbón,los ferroviarios me escondían..recuerdo hasta el nombre de alguno de ellos..

Esa vieja cantina fue mi hogar,allí llegó mi madre muy joven,seguro que en tren....

la niña de la foto era yo y a ese árbol me ataban para que no me fuera a sentar a las vias.



Gracias, Carmen, por tu lectura, tu emoción y la hermosa fotografía que nos dejas a pie de tu comentario. Intentaré subirla a mi escrito y ponerla al lado de las imágenes que conseguí de la estación. Un abrazo.
Salud.
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LEGIONENSE



Registrado: 13 Abr 2007
Mensajes: 1991
Ubicación: LEÃ’N

MensajePublicado: Sab Feb 16, 2008 5:36 pm    Título del mensaje: Responder citando

-Buen recuerdo Yosco de esos trenes que nos han unido en el pasado y recordamos con nostalgia, como el paseo del domingo por la tarde para ver pasar el "correo" y luego al baile.
-Por lo que quiero deducir de Carmen, y ella nos aclarará es hija o nieta de Benilde. Cuantos recuerdos de esa cantina, de las mollejas, la estufa de carbón...y los trenes. Gracias. Saludos.
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