Comarca de Gordón

[Yosco]

LAS CELEBRACIONES EN FOTOGRAF�A
Los Barrios de Gordón

Los álbumes de fotos desempolvan los recuerdos e incluso van más allá, hasta la memoria de nuestros padres y abuelos, rehaciendo nuestras vidas y dándoles un sentido. Es cuando nos damos cuenta de que solamente somos lo que no podemos dejar de ser, carne de historias que echaron sus raíces hace muchas generaciones, herencia de muchos sudores, trabajos, sinsabores, felicidades y equivocaciones. Y entonces nos detenemos con el tiempo en las pestañas y en las pupilas la luz del pasado que se hace, de pronto, presente. Esa es la magia de existir. ¿Y el futuro? Ay, el futuro. Tal vez lo estemos viendo en cada fotografía de ayer.

En los huecos del verano; tal vez la primavera, si se aviene con el buen tiempo, las celebraciones se multiplicaban en el pueblo, sobre todo las correspondientes a las bodas. Los nacimientos también, aquellos que venían como fruto de los amores concebidos del pasado estío, cuando la sangre y las ganas se encienden al atardecer en los prados, se encuentra un lugar a las estrellas en el monte o detrás de las parvas al mediodía, mientras la calima se tiende a la sombra al lado de la sensualidad. Los entierros eran menos, que para morirse parece que está el colorido y húmedo otoño, pero sobre todo el invierno, crudo y nevado, desposeyendo de los últimos calores de la vida a los paisanos de edad, a los abuelos ya ensimismados en la memoria de la nieve, los aullidos y asagüeiros de los lobos o a los que la mala suerte o la poca fortuna de una salud débil los entrega al destino de la parca.

De ahí la frescura del acordeón en los brazos del mozo, sentado en su banqueta, en medio de las parejas agarradas al estilo clásico, tradicional, para festejar no sé qué, tal vez boda o bautizo, comunión o que un pariente ha venido de América. Pero en los rostros de cada cual puede disfrutarse la sonrisa de la vida, hecha en un rincón de un pueblo, al pie de una tapia o al lado del muro de piedra de una casa, en alpargatas, con los vestidos pulcros de las mujeres tocadas de mandil o sosteniendo al bebé tocado de mantillas, y los hombres en corbata y camisa blanca, algunos en mangas y chaleco, abandonado el protocolo de la chaqueta de pana cuando la fiesta ha enfilado su recta hacia lo espontáneo y se relajan las formas. Una sonrisa y una mirada para el fotógrafo, ¡y que siga la fiesta! El acordeón deja escapar sus aires musicales entre los brazos del mozo y obediente al pulso de sus dedos sobre los teclados. De la casa cercana ya llega la promesa envuelta en los aromas de las cocinas que preparan en sus fuegos el banquete de la fiesta. O la merienda de la tarde hasta que entre la noche. Hoy es un día feliz.

No importa de qué celebración se trate, que todas son buenas; ni si el acordeón suena de verdad o no, que la música se lleva dentro de cada uno. Lo que importa, y mucho, son nuestros hombres y mujeres bailando, paisanos y paisanas sonriendo a la mañana o la tarde de la alegre y fresca primavera o el verano montañés, corto y luminoso, mientras los guajes miran, juegan, y aprenden.
_________________
Bitácora LUCERNARIOS:
Acerca de la luz por la poesía.
.
Bitácora �nsuLa CerBantaria

[Rodríguez]

¿Alguien tiene fotos de la semana santa en La Pola? Me gustaría mucho verlas y creo que a todos lo que no viven en La Pola también, si alguien tiene algunas ojalá las pueda publicar. Gracias!

Saludos
_________________
Rodríguez

[Rodríguez]

Gracias por las fotos Gurdunium I, por lo poco que conozco efectivamente ahora la Semana Santa es muy distinta, pero indiscutiblemente creo que siempre será bonita en La Pola.

Saludos para todos!

Adriana
_________________
Rodríguez

[Aralla]

La foto parece hecha en Los Barrios, aunque no estoy seguro.